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La ira: ¿Es bueno reprimirla o demostrarla?

Las consecuencias de la ira

Según la RAE, una de las definiciones de ira es “sentimiento, indignación que causa enojo”. Otra definición es “apetito o deseo de venganza”.

El tema de la ira es algo que desde hace muchos años me ha llevado a reflexionar hasta qué punto nuestras emociones y pensamientos pueden llevarnos a realizar acciones de las que podemos arrepentirnos.

Hace muchos años, en el programa de Pedro Penzini Fleury se comentó una noticia que me impactó. Una señora de mediana edad, no llegaba a los 50 años, estacionó su vehículo frente al edificio del Cubo Negro en Caracas. Mientras tomaba su bolso y bajaba del vehículo, otro conductor que estaba estacionando chocó su vehículo con fuerza empujando su propio coche y haciendo que chocara con el de enfrente. La señora baja de su vehículo muy enojada, llena de ira, abrió el maletero y sacó un bate de béisbol dispuesta a todo. En el momento en que trata de golpear, no se supo si al conductor que le chocó o al vehículo de éste, la señora cae al suelo. Al comprobar que no reaccionaba llamaron a la ambulancia y no había nada que hacer, la señora estaba muerta de un ataque cerebral.

La ira que sintió esta señora fue de tal magnitud que su propio cerebro no lo soportó. Mi pregunta es: ¿si esta señora hubiera sabido que su vida terminaría por una rabia fuera de control hubiera reaccionado igual o se habría controlado? ¿Vale la pena perder la vida o la libertad por un ataque de ira? El instinto del ser humano tiende a la defensa de nuestros derechos sin evaluar hasta qué punto se vuelve en nuestra contra.

La ira es una emoción abrupta producida por los pensamientos asociados al sentimiento de injusticia, frustración o impotencia de una vivencia. La reacción inmediata es rabia, deseo irrefrenable de defender lo que cada uno de nosotros considera su derecho vulnerado. En ese instante la mente reacciona al ataque con ira como defensa a la vivencia.

Sentimiento que expresa frustración e impotencia

Los factores desencadenantes pueden ser múltiples, teniendo en cuenta que el origen puede ser genético, fisiológico o psicológico. Hay personas que por naturaleza tienen tendencia a reaccionar con ira debido a factores desencadenantes de la infancia, a frustraciones no resueltas en la adolescencia y al no poder descargar su ira contra la persona responsable, ante la mínima situación que lo proyecte al pasado explotará como mecanismo de descarga.

Una situación de frustración, reprimiendo el sentimiento e impidiendo manifestar el dolor que es causado por otras personas puede llevar a enfermar la mente y nuestro cuerpo. Es necesaria la manifestación de malestar que en definitiva es la defensa de la injusticia. Pero es muy importante controlar la emoción para no convertir la ira de defensa en una acción agresiva o de venganza.

Es necesario aprender a controlar el enojo o ira, ya que los cambios fisiológicos que causa pueden llevarnos a infinidad de problemas e incluso a la muerte.

Como inicio del aprendizaje podemos poner en práctica lo siguiente:

Expresar el enojo con firmeza pero sin ira, calmarnos interiormente para reducir el ritmo cardíaco y permitir que los sentimientos bajen de nivel.

Tratar de dominar nuestra mente y a la vez dominar la situación. El control de la mente permite canalizar las emociones generando equilibrio entre pensamiento y sentimientos.

No gritar en esos momentos, eso solo contribuye a exacerbar y caldear los ánimos. Cuanto más bajo hablemos, controlamos la situación, calmamos nuestras emociones y conseguiremos dominar a la parte contraria.

Reflexionar sobre los episodios de ira para encontrar si era positivo el resultado, es decir, muchas veces vamos en la carretera conduciendo que el simple hecho que otro conductor se atraviesa sin direccional o no permite el cruce, puede hacer estallar la ira. ¿Vale la pena una subida de presión, dolor de cabeza o un infarto por este hecho?

Evitar a las personas irritantes o tóxicas Hay personas que por personalidad, por el aura o por sensaciones indescriptibles nos causan mal humor o simplemente no las soportamos. Otras son negativas, critican o son antagónicas. Lo aconsejable es no alimentar emociones de frustración, evitando a las personas que nos causan ese sentimiento.

Y por último, tomar tiempo para relajarnos. Podemos hacerlo con el deporte favorito, meditación, caminar, observación de la naturaleza, un baño de agua caliente o masajes, positivizando nuestro cuerpo y mente. Esta es una de las mejores formas de mantener el control sobre nosotros mismos. En esta sección pueden encontrar orientación para meditar y para positivizar.


Finalizando dejo una frase que la comparto plenamente:

"El éxito y el fracaso dependen de la sabiduría y la inteligencia, que nunca pueden funcionar apropiadamente bajo la influencia de la ira".

Dalai Lama

¡Hasta la próxima!

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