Como cuidar a los ancianos y entenderlos
- Lupe Soto V.
- 8 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 2 mar 2022

Los ancianos, nuestros mayores que tanta sabiduría tienen.
Lamentablemente hay personas que no entienden la necesidad que tiene un ser humano cuando llega a la ancianidad.

Llegar a ancianos es convertirse nuevamente en niños. Nuestra curva es simple: somos bebes, gateamos, primeros pasos, primeros dientes, poco a poco incorporar nuevos alimentos, aprender a hablar, crecer, adolescencia, adultez, madurez y llega la ancianidad.
La curva hasta la madurez es de subida, y al llegar a ese punto comienza el descenso. Pero lo positivo del descenso es que hemos acumulado experiencia de vida.
El momento del descenso es la preparación para el final de nuestras vidas. La vida empieza a verse de otra manera, no es con el ímpetu de la adolescencia ni de la adultez sino con la madurez de haber acumulado experiencias.
Pero llegando al momento de la ancianidad, el comportamiento comienza a cambiar. Algunas veces debido a problemas de salud, otras por problemas psicológicos y en muchos casos por soledad.
La Ley de Vida es que los hijos, en general, forman su propia familia, tienen otro hogar. Cuando esto sucede los padres sienten que han cumplido con parte de la labor. Pero es el momento, cuando vuelan del “nido”, que comienza la preparación para la soledad.
Mientras se pueden valer por sí mismos, todo va bien. El problema es cuando un anciano no puede cuidar de sí mismo. Es ahí cuando los hijos, que hemos recibido todos los cuidados desde el momento en que nacemos hasta que “volamos del nido”, cuando nos toca el turno.
Y quiero hacer énfasis en una frase que he escuchado muchas veces “es que no tengo tiempo”, “es que tengo que viajar”, “es que estoy demasiado ocupado” y un sinfín de excusas.
Es bueno recordar que nuestros padres pasaron noches en vela porque llorábamos. Cuando nos enfermábamos estaban a nuestro lado faltando a su trabajo para cuidarnos. Nos llevaban al colegio, preparaban vacaciones, jugaban con nosotros y dedicaron tiempo para educarnos.
Muchos padres con pocos recursos se privaban a sí mismos de gastos personales para dar a sus hijos lo necesario y que no les faltara lo mínimo indispensable. Esos padres hacían jornadas de muchas horas, iban a trabajar en muchos casos enfermos para que sus hijos pudieran tener un plato caliente sobre la mesa, ropa abrigada para protegerse del frío o darle los estudios que ellos mismos no recibieron y evitarles la dura vida que les tocó vivir.
¿Es justo negar el apoyo, cuidado y ayuda a nuestros mayores cuando ellos han cuidado de nosotros?
La idea este post es para reflexionar, encontrar la forma de no poner excusas cuando tengamos la necesidad de cuidar de ellos. Existen muchas maneras de cuidarlos y darles un poquito de nuestro tiempo. Debemos buscar la colaboración de la familia para protegerlos. Se pueden hacer turnos entre los hijos. Existen “guarderías” para mayores igual que hay guarderías para niños. Los niños los dejamos al cuidado de personas que les enseñan, divierten y alimentan. Al final de la jornada vamos a buscarlos para llevarlos a nuestro hogar. El niño se siente protegido, cuidado y siente mucha alegría al final de la tarde de volver a su casa con sus padres.
La misma situación ocurre con un anciano que dejemos en una “guardería”. Hay personal que cuidará de él, lo alimentará, le organizarán juegos y la soledad se disipará. Al volver a casa, sentirá el calor del hogar que es muy diferente a dejarlo permanentemente en un hogar para ancianos, rodeado de otros ancianos día y noche, esperando la visita una vez por semana o cada 15 días de sus hijos. Esos hijos que cuidó, alimentó, educó y que ahora no tienen tiempo para cuidarlos al final de su vida.
Les dejo algunos ejemplos de sitios que dan este tipo de servicio que incluyen talleres intergeneracionales, es decir, ancianos y niños en la misma "guardería" compartiendo, como por ejemplo Macrosad, en Andalucía, o la residencia-guardería Manantial en Málaga.
Y lo más importante, darles mucho amor, los ancianos necesitan mucho cariño, porque como dije al principio, se retrocede, nos convertimos en niños y ellos tienen muy presente que están al final de su vida, que deben vivir cada segundo, cada instante hasta la última gota de vida. En la niñez la felicidad de un niño es el amor que sus padres le demuestran y en la ancianidad es exactamente igual. EL AMOR HACE MILAGROS.
Hasta la próxima!
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